La historia de 30 años de las Air Max empieza en el 1987, cuando Nike llega a España a través del baloncesto, los partidos de la NBA y la figura de Michael Jordan, y sobretodo cuando el joven arquitecto Tinker Hatfield cambia el juego de la industria de los zapatos dando la vuelta a la compañía de Beaverton gracias a una idea futurista: hacer visible, en la suelas, la unidad Air.
La historia de 30 años de las Air Max empieza en el 1987, cuando Nike llega a España a través del baloncesto, los partidos de la NBA y la figura de Michael Jordan, y sobretodo cuando el joven arquitecto Tinker Hatfield cambia el juego de la industria de los zapatos dando la vuelta a la compañía de Beaverton gracias a una idea futurista: hacer visible, en la suelas, la unidad Air.
La historia de 30 años de las Air Max empieza en el 1987, cuando Nike llega a España a través del baloncesto, los partidos de la NBA y la figura de Michael Jordan, y sobretodo cuando el joven arquitecto Tinker Hatfield cambia el juego de la industria de los zapatos dando la vuelta a la compañía de Beaverton gracias a una idea futurista: hacer visible, en la suelas, la unidad Air.
Esta tecnología se utilizó por primera vez en el 1979 con las Air Tailwind y luego se propuso de nuevo con las Air Force y las Jordan 1, pero siempre encerrada en la suela. Hay que llegar a ese fatídico 26 de marzo de 1987 para ver en los estantes de las tiendas las Air Max I y sus icónicas cámaras de aire.
La idea de mostrar la tecnología Air - parte interna y estructural del zapato - llegó a Hatfield estudiando el diseño del Centro Pompidou de París, proyectado por Renzo Piano diez años antes. El edificio, considerado polémico por muchos y querido por otros, revela toda la estructura interna en un complejo entretejido de tubos de colores y elementos portantes. Así, de la misma manera que los turistas de la capital francesa podían ver el interior del museo de afuera, los apasionados de calzado deportivo podían ver lo que estaba escondido dentro de sus zapatos.
A pesar de sus características tecnológicas, este modelo no consigue el éxito de venta esperado, tanto porque el precio ronda las 15.900 pesetas, comparables a los 350 euros actuales, como porque en esta época, con la excepción de las Pegasus, se utilizan con mucha más frecuencia las zapatillas de baloncesto que las zapatillas de correr.
Dos años más tarde, Hatfield mismo decidió crear un modelo más ligero que las Air Max I, creando así las Air Max II, también conocido como Air Max Light. En comparación con la anterior, esta zapatilla tiene una suela dividida en dos partes, delantera en EVA y trasera en EVA y Visible Air, lo que facilita la fluidez del movimiento.
Pero a Hatfield no le basta haber creado un zapato que atrae a la atención no sólo por su estética, sino también por su composición y estructura, y haber presentado al mundo un producto a los límites de la perfección.
El arquitecto y diseñador de Nike decidió afrontar un imposible desafío: mejorar los dos modelos anteriores en cuanto a diseño y prestaciones. Había dos posibilidades: fallar miserablemente o la "monalisa" de las zapatillas.
Así, al final de la Guerra Fría, mientras en Berlín se desmantela el Checkpoint Charlie, en Moscú se abre el primer McDonald's, en Italia se disputa el Mundial de Fútbol, en España se organizan los Juegos Olímpicos de 1992 y todo el mundo se prepara para el advenimiento de la World Wide Web, el pequeño mundo de los aficionados a las sneakers comienza a crecer y las Air Max III marca un verdadero punto de inflexión.
El nuevo diseño presenta una división aún más clara entre la parte delantera y la trasera, lo que permite que la suela esté compuesta por muchos elementos de diferentes materiales.
Además, las Air Max III cuentan con una tecnología Air con un volumen mayor que las anteriores, lo que hace que la suela sea más alta, un múltiple sistema de bloqueo para los cordones que ofrece al usuario la posibilidad de personalizar la forma de amarrarse los zapatos, las líneas fluidas de los paneles laterales de la suela son estriadas y sirven de marco para realzar aún más la unidad de aire.
"Hyvent Orange" es el tono elegido para los detalles del primer colorido, haciendo de este zapato un icono de estilo de aquellos años. Esta tonalidad de rojo tomará entonces el nombre de "Infrared", a partir de ese momento, cada modelo que presentarà este color será nombrado de esta manera. Aunque este modelo nació como Air Max III, en la década de 2000, será más conocido y pasará a la historia como Air Max 90, tomando el nombre del año de su lanzamiento.
Desde su nacimiento, el éxito de la Air Max III sufrirá varios cambios: si el zapato no encuentra inicialmente una distribución adecuada por parte de las tiendas, entre 1992 y 1993 comenzará a tener mucho espacio dentro de las tiendas españolas, mientras que en el año 2000, cuando fue rebautizada como Air Max 90, tomando el nombre del año de su lanzamiento, pasa a un segundo plano. Por ejemplo, cuando Nike relanzó la Air Max I en el 2002, la gente estaba tan desinteresada que su precio era de solo 30 euro. Para el éxito real hay que esperar hasta el 2005, cuando inesperadamente el público redescubre este icónico zapato y se gana su puesto en el Olimpo de los zapatos deportivos.
Desde 1987, Nike ha seguido presentando a su público diferentes variaciones del icónico Infrared y nuevas combinaciones de colores o modelos nacidos gracias a la colaboración con artistas y diseñadores. El resultado es un zapato que parece moverse incluso cuando está parado.
Después de presentar su invención a docenas de compañías, en el 1977 Marion Franklin Rudy hizo probar un prototipo del Tailwind en Phil Knight en una carrera dentro del campus de Beaverton. Una vez terminado el entrenamiento, el cofundador de Nike quedó definitivamente convencido.
Shortly after the release of the first Air Max, Dave Forland, one of the developers of the Visible Air technology, was calling a colleague, when suddenly saw a passer-by wearing a pair, being captured by the movement of the Air Sole.